Era un lugar curioso...
Era un lugar curioso, sonaba esa musica añeja de guitarras, flautas, teclados, violines y una voz melancolica... Estaba todo lleno de asientos rosados donde esa clase de gente que usa beattles blancos se sentaba bajo las tenues luces medias azules medias verdes a beber martini en esas copas que solo esa clase de gente usa, copas estilizadas y triangulares, llenas de ese trago que puede tomar tantos colores como los que se les ocurran a esa clase de gente que usa beattles blancos y habla de la vida como aislada en esa torre de marfil con asientos rosados..
Era un lugar curioso, esa clase de lugar donde todos se sienten tan ajenos como en casa, y sus conversaciones son tan relativas como el silencio encantador que acompaña cada sorbo. Si, era uno de esos lugares donde la gente no se llama gente y los individuos son una masa singular en cada cabo que parece navegar por un mar de elucubraciones de terciopelo.
Era quizas, uno de esos lugares donde a todos les gustaria estar... Pero que nadie se atreve a buscarlo porque parece un lugar ajeno e imposible, aun cuando se tenga la certeza de que esta ahi, porque en efecto estaba en ese lugar perdido con un cartel sincero y sin pompa entre tanto edificio alto y grisaceo, era esa clase de lugar que parece un tesoro para los que lo encuentran.
Si, no era mas que un lugar, un simple y agradable lugar... No tenia nada que fuera imposible de hacer, ni la musica era dificil de encontrar ni los asientos rosados eran una utopia, la luz era no menos que asequible y tanto las copas como el martini no eran mas que simples articulos de supermercado.
Nada tenia de extraordinario, sin embargo era una utopia para toda una ciudad gris que en lo mas profundo de su pecho siempre anhelaba encontrar cuando miraba por sus ventanas a la noche iluminada de focos amarillos y blancos.
No era nada extraordinario, era simplemente un lugar perfecto que encontraban tan pocos hombres como los que encontraban a una mujer perfecta..
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